QUILAHUANI:
Dos momentos importantes, en la historia del pueblo de Quilahuani, capital del distrito del mismo nombre. En las imágenes, juntadas, se observa al pueblo vistos del mismo lugar pero en dos épocas distintas:
Quilahuani de antaño: un pueblo campestre, cuyas viviendas estaban construidas con piedra y adobe, techo con mojinetes a dos aguas, mayormente con
paja brava de “ichu” traída de la parte alto andina de Candarave (pajonales), Las viviendas de los
más pudientes con techo de calamina. Calles con finos empedrados, veredas con bordes de piedra tallada, en cada calle había un canal, por el centro, que recogía las aguas de lluvia. En todas las viviendas, cerca de la puerta principal, había una estaca de piedra, aveces de un tronco de molle, en donde ataban los caballos de silla o las mulas o los burros de carga, era una obligación moral usar el sombrero oscuro, mayormente el negro, si una pueblerino era visto por la calle sin sombrero las críticas apuntaban hacia él, o lo habrá perdido por borracho o en otras circunstancias sospechosas, de las mujeres, ni hablar, era casi imposible ver a una dama sin sombrero en la calle o en el campo...
Quilahuani de hoy: La modernidad se ha impuesto en el pueblo, por que así quieren los que nacieron y se quedaron, y también los que llegaron: viviendas construidas con fierro ladrillo y cemento, techos horizontales, calles y veredas cementadas, las estacas, las bestias de montar y de carga han sido remplazadas por vehículos motorizados, mayormente por la motocicleta. El sombrero, mayormente el negro, está siendo reemplazado por otros tipo de prendas de cabeza. Es como existe hoy. Es nuestra realidad. Pero igual Quilahuani, sigue y seguirá siendo hermosa, principalmente para los que nacieron, crecieron y amaron por primera vez "en allí"...
Quilahuani de hoy: La modernidad se ha impuesto en el pueblo, por que así quieren los que nacieron y se quedaron, y también los que llegaron: viviendas construidas con fierro ladrillo y cemento, techos horizontales, calles y veredas cementadas, las estacas, las bestias de montar y de carga han sido remplazadas por vehículos motorizados, mayormente por la motocicleta. El sombrero, mayormente el negro, está siendo reemplazado por otros tipo de prendas de cabeza. Es como existe hoy. Es nuestra realidad. Pero igual Quilahuani, sigue y seguirá siendo hermosa, principalmente para los que nacieron, crecieron y amaron por primera vez "en allí"...
NO HAY QUILAHUANEÑO MALO
Ing. Ruperto Juan Villaca Cahuana
Si por la cuenca Locumba
ascendiera caminante,
antes de llegar al cielo
encontrará una laguna,
la que, a la mina, Tacna e Ilo
les dejó toda su fortuna.
¡Hoy! tras la quinta puñalada en vilo,
sangra y agoniza sin tener culpa alguna.
Pampa Blanca, paso místico obligado;
de seguida, la flameante Roca Banderani.
¡Ahí! tenga en cuenta, peatón abnegado,
¡ya estará en Quilahuani!
Quilahuani, ¡ay! mi tierra,
rinconcito de ese valle que yo quiero,
donde vi la luz y amé por vez primera,
mi querido confidente con esmero.
Si vas para mi tierra
y buenas son tus intenciones,
permitido estará por mi gente:
disfrute de la campiña sus pasiones.
Considérate ya, un afortunado visitante.
Merecido acogimiento tendrá, mi hermano.
¡Allí! todos le darán una mano,
más no intente pasarse hasta el hombro:
despertaría al puma, doblemente, fiero.
Agricultor por tradición,
ganadero innovador.
Una dama, un señor.
Primero Dios en su religión,
alegre y bonachón cuando hace fiesta,
preparado para la cuesta,
avizora también el futuro.
¡jamás! perderá su sombrero negro.
Ahora que sabe de mi gente,
atento expedicionario andante,
cuando marcharse decida un día
a recorrer el mundo con algarabía,
seguro, encontrará un quilahuaneño;
en él notará su progreso con empeño.
Entonces sabrá lo que digo no es palo,
porque, ¡no hay quilahuaneño malo!
Ing. Ruperto Juan Villaca Cahuana
Si por la cuenca Locumba
ascendiera caminante,
antes de llegar al cielo
encontrará una laguna,
la que, a la mina, Tacna e Ilo
les dejó toda su fortuna.
¡Hoy! tras la quinta puñalada en vilo,
sangra y agoniza sin tener culpa alguna.
Pampa Blanca, paso místico obligado;
de seguida, la flameante Roca Banderani.
¡Ahí! tenga en cuenta, peatón abnegado,
¡ya estará en Quilahuani!
Quilahuani, ¡ay! mi tierra,
rinconcito de ese valle que yo quiero,
donde vi la luz y amé por vez primera,
mi querido confidente con esmero.
Si vas para mi tierra
y buenas son tus intenciones,
permitido estará por mi gente:
disfrute de la campiña sus pasiones.
Considérate ya, un afortunado visitante.
Merecido acogimiento tendrá, mi hermano.
¡Allí! todos le darán una mano,
más no intente pasarse hasta el hombro:
despertaría al puma, doblemente, fiero.
Agricultor por tradición,
ganadero innovador.
Una dama, un señor.
Primero Dios en su religión,
alegre y bonachón cuando hace fiesta,
preparado para la cuesta,
avizora también el futuro.
¡jamás! perderá su sombrero negro.
Ahora que sabe de mi gente,
atento expedicionario andante,
cuando marcharse decida un día
a recorrer el mundo con algarabía,
seguro, encontrará un quilahuaneño;
en él notará su progreso con empeño.
Entonces sabrá lo que digo no es palo,
porque, ¡no hay quilahuaneño malo!
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