sábado, 3 de noviembre de 2018

DÉJAME QUE TE CUENTE.


CUCHITO, EL GATITO VALIENTE

                                                                                                                                       Ing, Ruperto Juan Villaca Cahuana


Los gatos, como mascotas, han sido motivo de controversia en la familia de don Rigoberto. La joven Benny, la mayor de sus tres hijos, inducía en sus gatos exagerados apegos hacia ella, destacaba con esa habilidad desde que era una niña. Los gatos reforzaban tal vínculo afectivo con actuaciones propias de la especie. A don Rigoberto no le agradaban los animales, mayor razón los gatos, pero se obligaba a fingir lo contrario. Los sentimientos de su hija eran también sentimientos suyos.

Jonán y Nando, hermanos menores de Benny, tuvieron que adaptarse a la presencia de los gatos, se supone. Tampoco les quedaba otra opción, ya que la presencia o no de esos felinos en casa dependía de la mayor y única hermana.

La figura dominante de Benny fue reforzada por la delegación de responsabilidades que, en asuntos de mascotas, le dejó su padre. Aunque esa delegación estuvo por demás, nomás lo hizo para no perder autoridad paternal, y así justificar su poca permanencia en casa, restringido a los fines de semana de cada quincena, y también a unas cortas vacaciones cada año.

La excesiva cantidad de gatos en casa preocupaba a don Rigoberto, por lo que formuló el problema, y hasta se planteó una hipótesis:
—¿En qué medida la presencia de los gatos beneficia a esta familia?¿habrá así en otras casas? Creo que no. Esta casa se asemeja a un pequeño zoológico especializado en gatos, gracias a la “locura” de Benny. Tanta predilección por esos mininos. ¿A quién habrá salido ? A mi, no.

En realidad, la convivencia entre la familia de don Rigoberto y los gatos estaban sobrepasando los límites permisibles, sin embargo para los hijos no parecía importarles, más que todo a Benny, estaban acostumbrados ya a escenas de maullidos, bufidos, ronroneos, jugarretas, peleas y de otros comportamientos propios de la especie, familia habituada también a la manipulación de todos los enseres necesarios para la crianza de gatos, más los hijos. Estaban los indispensables utensilios para alimentarlos, el ropaje para la manada no pasaba desapercibido, mención aparte se merece el calzado del “Gato con Botas”, y sus respectivos juguetes. La familia tenía un botiquín, los gatos también. El botiquín veterinario estaba mejor implementado, gracias a la influencia de Benny. A imaginarse, una buena y verdadera vida de gatos. Así como iban las cosas, hasta ese momento, Benny se habría ganado ya suficientes bendiciones de San Antonio, Patrono de los Animales, se supone. ¿No?

Don Rigoberto  pasaba sus últimas y cortas vacaciones en su casa de la ciudad. Tiempo que le permite ser un excepcional testigo de los sorprendentes acontecimientos gatunos. Un día de esos, Benny se fue a la universidad como lo hacía siempre, estudiaba una carrera que nada tiene que ver con la zoología, entonces el padre decide imponer su autoridad en casa, más que todo en los gatos, pretendía aprovechar la ausencia de su engreída. Los felinos parecían entenderlo, mantenían cierta disciplina, pasaban el tiempo formando grupos, intentaban pasar desapercibidos en el patio, el techo, el jardín y, mayormente, en el cuarto viejo del fondo, aquel que sus hijos lo habían convertido en una "residencia minina". los gatos cateaban a don Rigoberto, mismos pandilleros sospechosos.

Benny ajustaba el retorno a casa, habitualmente, al inicio de la tarde, Los felinos cronometraban bien el tiempo, ellos cada vez más inquietos mientras se acercaba tal hora. Algunos gatos ni disimular sabían la continua vigilia. Ese día, la presencia de don Rigoberto en la sala coincidió con la llegada de su hija, la estudiante no bien hizo sonar su llave en el cerrojo de la puerta, los domesticados perdieron el orden, a toda carrera cruzaron por el jardín, otros bajaban por la escalera, de todas partes llegaban a la sala, luego a la puerta. Parecían apostar a quién es el primer cuadrúpedo en obtener las caricias de la joven. Todos esos morrongos, sin excepción, perdieron el respeto por los presentes en casa, incluyeron a don Rigoberto.

Benny llegó de la universidad demostrando un exagerado cansancio. Los gatos la recibieron también con exagerados actos circenses, unos con desarreglados maullidos, otros con cariñosos ronroneos, y el resto trataban de entrar en contacto físico, a como dé lugar, con ella. Todo un espectáculo. Unos parecían soltar reprochadoras maulladas por la tardanza, otros, quejarse de cualquier molestia y, el resto, con sus colas o lomos trataban de rozar los pantalones a la altura de las pantorrillas de la joven, querían demostrar agrados por el retorno de la jefa o tal vez dejar, sólo, sus olores en la ropa nueva.

Los gatos esperaban una satisfacción: 
¡Oh! mis bebés ¿Cómo les va? saludó Benny. 
Le salió a la joven un exagerado tono de preocupación, los felinos parecían creerla, porque, por breves momentos aminoraron el escándalo. Al comprobar el buen humor de la jefa, de inmediato, la respondieron maullando a todo pulmón con un: 
¡miauuuu!Parecían contestar, al unísono:¡Estamos muy mal, abandonados, y que, nadie nos quiere! ¡don "Rigo" nos mantuvo a rigor!

No más tendrán que aguantar mis mascotitas preciosas. Tampoco puedo dejar de estudiar por ustedes. ¿No? Replicó Benny.
 ¡Miau! Un repentino maullido, desde el fondo de la sala, interrumpió la recepción, luego apareció la gata más adulta.
 ¡Miren! Es mi viejita panzona, dijo de la gata preñada, que por cierto, fue la última en llegar.

Después del recibimiento, toda la manada siguió a Benny. Todos iban tras ella hasta lograr su atención. Se asemejaba a una procesión o, tal vez, a una marcha política después de un mitin, pero, de gatos. Ella interpretaba a la perfección el lenguaje corporal de cada uno de sus gatos, es más, interactuaba con todos, los hablaba, contestaba los gestos corporales de cada gato, ya sea con palabras de aliento, broma o reprimenda, según se daba el caso.

La cola, a veces una pata, de algún confianzudo gato no se escapaba de los pisotones. Estos accidentes sucedían con frecuencia. Ese día, la víctima lo dio a conocer con un fuerte y doloroso maullido, sin embargo, el acto sacrificado le permitió lograr la atención directa e individual de la dueña: 

¡Perdón mi amor! ¡tú tienes la culpa! ¿No? Pues, te cruzaste en mi camino, se disculpó Benny del animal, luego lo alzó y con leves masajes intentaba aminorar su dolor. 
El lesionado simulaba morderla en la mano, con ronroneos parecía responder: 
¡No! ¡La culpa fue tuya! No estás perdonada. Salvo que me des algo, puede ser una agradable comida. Entonces veré si te puedo perdonar.

Los gatos recibían a los demás miembros de la familia con actos de indiferencia. Una que otra excepción. Nando tenía un primer orden de preferencia por el “Gato con Botas” por lo que, cuando él llegaba, era muy bien correspondido.

La presencia de Benny en casa estimulaba, en los gatos, comportamientos negativos. Estos sacaban a flote el engreimiento y la mala crianza, algunos hasta la exageración. Parecían vengarse de los demás, apuntaban más a don Rigoberto, será tal vez porque él los mantenía a rigor. Ellos dejaban de lado la restringida libertad a la cual eran sometidos en ausencia de la protectora.

La compra de alimentos, y otros cachivaches para la crianza de los gatos, generaban gastos extras en la familia, la cuenta de la bodega evidenciaba de ello. Otra cosa, la manada hacía enojar a la persona que realizaba la limpieza, se incluye el asco que causaba recoger los excrementos del pozo de arena. Para este último y repulsivo trabajo, Benny se abstenía, pretexto, la universidad. Los cachivaches para criar la especie rebasaban el desván. La única acción benéfica que se les podía atribuir, a esos felinos con suerte, era que, en casa, nadie se quejaba de las asquerosas ratas, tampoco de los ratones y los pericotes, como que sí lo había en casa de los vecinos y de los otros. La población felina no bajaba de la decena; estaban los adultos, entre hembras y machos, los maltones, destetados y mamones.

Benny, con ayuda de sus hermanos, a cada uno le asignaba un nombre. Integraban la manada actores dobles de los gatos más famosos del mundo. Muy bien representados estaban: el “Gato Félix”, “Don Gato”, la “Gata Loca”, “Tom”, “Gaturro”, entre otros. Algunos destacaban por su temperamento, otros por su docilidad, también estaban los pilongos que hacían resaltar la raza al cual pertenecían. Cada quincena, Jonán o Nando resumía a su padre las hazañas de los gatos más destacados de la manada.

Merece ser recordado el gato que tenía por nombre Vago, era el macho atigrado y el más grande de la manada; el que aparecía, sólo, cuando llegaba la dueña o cuando se aproximaba la hora de la comida, el resto de su tiempo vagaba de techo en techo. La vieja Orange, la que reproducía gatitos hasta de a seis. Duquesa, La Gata Valiente, la que se enfrentaba, con valentía, a los perros y los expulsaba. Coco, El Cobarde, su gran estatura no le favorecía en nada, casi todos abusaban de él, el gato más pequeño hasta le pegaba. Pepe, El Mago, el que hacía desaparecer, como por arte de magia, la carne de un distraído comensal; a veces, se las ingeniaba para destapar las ollas en las casas vecinas. Keica, La Vividora, gata mediana que andaba tras el Mago, se aprovechaba de él para conseguir comida, se la llevaba fácil.

Difícil  de olvidar al elegante “Gato con Botas”, exageradamente vestido por Nando, el hijo menor de don "Rigo" quién también personificaba a su Amo, convertido en su joven y apuesto Rey, y de otros gatos más. Así transcurría los días de rutina en “Gatolandia”, la casa de don Rigoberto.

Joselo, primo de Benny, sabía que a ella le fascinaban los gatos, por tal razón vino un día en su búsqueda, llegó junto a un compañero de trabajo, él traía una caja. Cuando sonó el timbre, Benny se apresuró en atenderlos, al parecer la visita estaba concertada. Luego de una breve conversación, entre los tres, ella recibió la caja, don Rigoberto fue testigo presencial del acto. Joselo, al ver a su tío, le saludó a la distancia: 
¡hola tío “Rigo”!de igual manera se despidió de él—, ¡chao, tío “Rigo”Joselo y su compañero se marcharon apresurados.

El padre se acercó a Benny, le interesaba el contenido de la caja: 
¿Qué hay en esa caja? preguntó el padre.
Papá, no más, son dos gatitosrespondió ella, complementando con unos gestos corporales, y así comunicarle nada importante.
Y ¿Para qué hiciste traer más gatos? ¿No hay suficiente en esta casa? Increpó el progenitor. Con dos interrogantes, también, le daba a conocer su disconformidad.

Papá, no más, un par de días ¿Sí? Me pidieron que cuidara de ellos dos días, luego vendrán por ellos. Dicen que los encontraron abandonados entre los montículos de la obra en la cual ellos trabajan, al parecer fueron abandonados por su madre. Mi primo sospecha que fueron destetados antes del tiempo explicaba la joven con voz de súplica simulada.

Sin dar su aprobación, innecesaria por cierto, el padre acompañó a su hija hasta el jardín interior. Benny destapó la caja, era cierto, aquella alojaba dos gatitos, ambos de color flor de habas, pertenecían a la raza británica Bicolor, blanco y negro. Los pequeños, asustados agrandaron sus lagañosos ojos mientras miraban hacia la salida de la caja, además estaban desnutridos, claras evidencias de que nacieron en estado silvestre.

Los pequeños gatitos fueron sacados de la caja y depositados, uno por uno, en el césped; no bien dejado el primero, espantado corrió a refugiarse debajo del pilón, seguido del otro. El último gatito corrió, sólo, con sus dos patas delanteras y de medio cuerpo hacia atrás lo arrastraba; su vientre y uno de sus muslos hacían contacto directo con el césped, sufría parálisis de medio cuerpo, padecía de paraplejia. La huida del pequeño animal, esforzado acto de supervivencia, hizo que,  Benny y su padre se sorprendieran tanto, a tal punto de quedar mudos e inmóviles.

¡Pobre animalito, pobre gatito! Benny rompió el silencio, 

La joven lo dijo con tanto sentimiento y a voz quebrada, sus ojos estaban humedecidos a punto de lagrimear. Los dos pequeños desaparecieron en el agujero que había entre el pilón y la pared. la entristecida Benny trataba de atraparlos para revisar y bañar los pequeños cuerpos, así como también para alimentarlos. Tuvo dificultades para sacarlos del escondite.

El padre no dijo nada más de los dos gatitos, como retractándose de lo anteriormente dicho optó por retirarse del lugar, con su silencio trataba de decir que cambió de opinión, y que, la casa puede contar con dos gatitos más. Ese día, con cualquier pretexto, don Rigoberto se retiró de la casa; valgan verdades, trataba de huir para no involucrarse con la desgracia del gatito, menos en ayudarlo a enfrentar la adversidad.

El alojamiento del par de mininos no fueron dos días, transcurrían ya dos semanas y ellos continuaban en casa, tiempo que permitió identificarlos. Luego de una deliberación entre Benny y sus hermanos, los críos recibieron sus nombres; a uno, al físicamente sano, le asignaron el nombre de Samaritano, líneas más abajo te darás cuenta del porqué. Al segundo gatito le pusieron el nombre de Cuchito, la irreversible enfermedad del pequeño mucho tuvo que ver con el diminutivo. Pese a la corta edad de ambos, Samaritano y Cuchito vivían inseparables.

Vago se había auto-elegido como el protector de los dos hermanitos, él lo daba a conocer, sólo, cuando permanecía en casa, la mayor parte de su tiempo gateaba en otros techos. La adopción se notaba porque cada vez que él regresaba a casa, los dos gatitos lo recibían con actuaciones de felinos agradecidos: Esta vez, un gatito frotó su cabeza en el erguido y semblante cuerpo del protector, de igual manera el otro gatito fregó también con su lomo. Con una  pata delantera, el adulto tocó, con delicadeza, la cabeza de cada pequeño, como si les estuviera diciendo:

Ya, ya. Tranquilos, enanos no sean “pateros”, pues, no sean sobones, luego, con gracia saltó por sobre ellos y se alejó, no más, quería dejar constancia de que la adopción era en serio.

Mientras se alejaba, el atigrado sacudía las partes de su cuero peludo, las que estuvieron en contacto con la cabeza y el lomo de los gatitos, surcando trataba de quitarse las supuestas manchas que le dejaron los agradecidos en su traje de gala. Uno de los exagerados actos con el que Vago hacía conocer su carácter egocéntrico.

Los pequeños inquilinos fueron aceptados por los demás, aunque no de buena gana, las actitudes de indiferencia, hacia ellos, lo demostraban así. Samaritano y Cuchito continuaban viviendo el uno para el otro. El enfermito seguía a su hermano por donde iba; el gatito normal protegía al inválido. El aspecto físico demostraba que los pequeños estaban mejorando, excepto la paraplejia.

En momentos de alegría, los gatitos jugaban entre los dos, saltaban, corrían, se mordían simulando una pelea, abrazados se revolcaban en el suelo, aunque el disminuido lo hacía únicamente con sus dos patas delanteras y su boca, el resto de su cuerpo lo arrastraba. Uno con su pequeña lengua acicalaba al otro, la reciprocidad se daba a falta de madre. Cuchito tenía dificultades para salir los peldaños de la escalera, su hermanito lo ayudaba, con delicados mordiscos en el lomo o con sus pequeñas garras lo jalaba. De alguna manera u otra subían peldaño a peldaño para no separarse.

Ese día, los hermanitos jugaron hasta el cansancio, Cuchito se había esforzado demasiado, por eso se durmió como muerto; momentos en que Samaritano aprovechó para explorar otros ambientes; curioso, como si fuera un niño, indagaba todo el territorio gatuno; buscaba amistad con otros mininos contemporáneos, luego regresó con su hermanito, se recostó a su lado para cuidar su sueño. Así, los críos formaron una yunta dispareja, la dupla mataba el tiempo protagonizando increíbles actos de supervivencia. Uno de esos actos le hizo entender mejor, a don Rigoberto, el sentido de la vida:

En pleno verano, Toda una noche llovió largo y a chorros. Los expertos pronosticaban el inicio del “fenómeno del niño”. Llovió como nunca, como no lo había hecho en los últimos cincuenta años; la ciudad estaba en problemas, obvio, la casa de don Rigoberto también. En la casa, por todas partes y toda la noche se presentaron también filtraciones y chorros de agua; todos los de la familia  amanecieron en estado de alerta, unos botaban el agua por los desagües y otros trataban de que no ingrese desde la calle que parecía un río. No hubo tiempo para otras cosas, nadie se acordó de los gatos.

Las aguas de lluvia habían encontrado cauce en la escalera, luego, invadido el patio y hasta el cuarto de los mininos. Los animales, de alguna manera, se habían puesto a buen recaudo, excepto Cuchito. La irreversible enfermedad del pequeño le impidió escapar de la inundación, por mucho tiempo estuvo medio cuerpo en el charco. Sus roncos maullidos, casi silenciados, nadie los escuchó. Samaritano no pudo sacarlo del empozado por lo jabonoso que se había convertido su cuerpo.
Muy de mañana, Benny se acordó de sus gatos:
¿Y mis gatos? preguntó a los presentes.
Benny, preocupada, dejó de lado lo que hacía y se fue por sus engreídos, los encontró en el jardín, la mayoría se calentaban con el tibio sol.

Ayudado por su hermano, Cuchito había llegado al escondite del pilón, cerca de la entrada a la casa.
Samaritano se fijó que la puerta de la sala estaba abierta, por instinto de supervivencia ingreso por ella. Cuchito, debilitado y muy enfermo, siguió a su hermanito, corría con dificultad, únicamente, con sus dos patas delanteras para no separarse y quedarse solo.

Benny buscó a los pequeños. Siguiendo las huellas del arrastre, de medio cuerpo, los encontró en la sala, debajo de un sofá. Inmediatamente inmovilizó al enfermo, en el mismo lugar. La desesperada joven cogió su celular y marcó el número de su primo, le puso en sobre aviso del agravamiento de uno de sus gatitos. Joselo llegó al poco tiempo y, en la misma caja que los trajo, se llevó a Cuchito; se lo llevó al veterinario. Los hermanitos fueron separados.

El veterinario no pudo hacer nada, Cuchito nunca regresó a casa. Al poco tiempo, Samaritano protagonizó escenas de profundo dolor. Maullando, por todos los rincones, buscaba a su hermanito, desesperado parecía gritar:
¡Cuchito! ¿Dónde estás? ¡Puedes responderme, por favor!
¡Hermanito contesta  mi llamado, dime por dónde andas!
¡Ven a dormir aquí, porque, yo soy el único que cuida bien de ti!

A cada rato, Samaritano regresaba a la sala y se metía debajo del mueble, allí donde lo había visto la última vez. En el patio, los demás gatos parecían entender el dolor de Samaritano, lo demostraban con permanecer sentados en un mismo lugar, como si estuvieran rindiendo un homenaje póstumo a Cuchito, con un prolongado minuto de silencio.

Benny y sus hermanos estaban entristecidos por la desgracia de Cuchito, al ver la reacción de Samaritano, la joven no pudo disimular, dejó caer unas lágrimas por su mejilla, Jonan y Nando se contagiaron, lagrimearon también en silencio. El gatito no quería, ni probar, los alimentos; en su plato la comida estaba intacta. Lloraba y lloraba, mejor dicho, maullaba por todas partes. Lo único que le interesaba era encontrar a Cuchito, al no lograrlo seguía soltando fuertes y tristes maullidos.

Benny y sus hermanos trataban de consolar a Samaritano, por cualquier medio y a cualquier costo. Nada funcionaba. Hasta que le pusieron en su plato una deliciosa salchicha, y lo dejaron a solas en el cuarto viejo del fondo. El gatito se calló, minutos después enviaron a Nando para espiarlo: 

¡la salchicha no está, se la comió toda. Pero, tampoco está el gatito! —Informó el menor de los hermanos–. Ellos pensaron que, por lo menos, ya probó bocado.

Por todas partes buscaron al desconsolado gatito y él no se dejaba ver, hasta que a Benny se le ocurrió por buscar debajo del mueble, allí estaba Samaritano, en su costado también estaba, entera, la deliciosa salchicha, lo había llevado para su hermanito; sentado sobre su cola, al costado de la presa, lo esperaba; al verse descubierto maulló: 
¡Miauuu! con el maullido parecía gritar: ¡hermanito, ven aquí, te traje lo que más te gusta, una rica salchicha. Cuchito, ven pronto, antes que me la quite, por favor! El frágil y querido hermanito nunca llegó.

Al tercer día de la tragedia de Cuchito, el periodo vacacional de don Rigoberto llegaba a su fin. Se acercaba la hora de su viaje, se alistaba en la sala. Los maullidos de Samaritano continuaban, aunque cada vez más enronquecidos y con menor frecuencia. Don "Rigo" escuchó los maullidos de Samaritano. El gatito lloraba debajo del sofá,  allí donde vio a su querido hermanito por última vez. No lo olvidaba.

Siguiendo el maullido de Samaritano, Vago entró a la sala, con estimuladores ronroneos ubico al crío y se acercó a él, estuvieron debajo del mueble por un par de minutos, luego, el gato grande caminó hasta la puerta de la sala y, nuevamente, con suaves ronroneos lo llamó por varias veces, por fin apareció Samaritano, se apegó al protector; el grande, como jugando, le hizo una broma, el gatito no respondió; en un segundo intento, Samaritano aceptó la invitación; luego simulando una pelea participó del juego.

Con mucha gracia Vago rodeó al pequeño, tomando la delantera se echó para revolcarse, lo hacía sin quitarle la vista de sus ojos, con la continua mirada invitaba a imitarlo, y con ese acto parecía decirle:

Pequeño, deja de llorar. Deja de lado las penas. Tu hermanito ya descansa en paz. La vida continua, hay que seguir adelante. ¡Vamos con los demás! Mi buen Samaritano.

Samaritano se detuvo por breve tiempo, su cuerpo hizo un medio giro hacia atrás, en seguida orientó su cara al interior de la sala, fijó su mirada debajo del mueble, permaneció así por otro corto tiempo, luego regresó por donde estaba el adulto y saltó sobre su cuello, con esa actitud parecía abrazarlo y, a la vez, contestar a su pedido:
Usted tiene mucha razón señor Vago, la vida continúa. Dejaré de llorar por mi hermano, pero, nunca lo olvidaré. Cuchito, mi querido hermanito, fue valiente hasta el final. El gato más valiente que existió en esta casa. Vamos al patio. Vamos con los demás, papá.
Claro que sí, pequeño. Te presentaré a la manada. Desde hoy perteneces ya a la familia.
Vago y Samaritano se retiraron de la sala. El pequeño jugaba con la cola del adulto. Jugando a los encantados avanzaban y regresaban por el pasadizo, algunos tramos, sólo, gateaban; a veces, abrazados jugueteaban tendidos en el piso, y con sus patas traseras, uno a otro, se rasgaban las costillas, a veces el vientre y el pecho. Así avanzaban de a poco, sin prisa, motivados a continuar viviendo. Padre e hijo se perdieron con dirección a la residencia minina, A “Gatolandia”.

 “CUIDA DEL HERMANO COMO LO HACES CON TU MANO”

Fin

miércoles, 28 de febrero de 2018

EL SOMBRERO NEGRO EN QUILAHUANI



EL SOMBRERO QUILAHUANEÑO
Ing. Ruperto Juan Villaca Cahuana

I. INTRODUCCIÓN
En cada cuenca, valle o comunidad de la región Tacna, con mayor incidencia en la zona inter-andina, la moda del vestir ha sido la expresión de épocas, situaciones y status. La vestimenta de hombres y mujeres, sombreros, faldas, mantos, ponchos, terciopelos, chalinas, brocados o sencillos, el uso de utensilios de cocina sobre la base de metales preciosos como pinzas o sujetadores de plata, entre otros. son una expresión de una época, de relaciones de dominio y jerarquía de los que en ella vivieron, lamentablemente, hoy por efectos de la globalización la a-culturización está surtiendo efecto, el sombrero oscuro, principalmente el negro, está siendo remplazado por otros tipos de prendas de cabeza. En la actualidad, se obligan a utilizarlos, sólo, en sus días festivos o en fechas especiales. De alguna manera se resisten a su extinción.

Los antiguos pobladores de las sub-cuencas del Tacalaya, Callazas y el Salado, en las cuales se circunscribe la provincia de Candarave, con su distrito Quilahuani; así como también en cada pueblo, anexo, comarca, villorrio o comunidad campesina desarrollaron estilos propios en la forma de vestirse, a través de los tiempos. Teniendo como base la cultura aimara resaltan dos épocas bien diferenciadas; uno, antes de la conquista cuyas prendas de cabeza no eran sombreros y, el otro, después de ella que les caracterizaba, y les caracteriza hasta hoy, el uso del sombrero, mayormente el de color oscuro, en especial el sombrero negro. Tema que pretendo resaltar en el presente artículo.

II. EL SOMBRERO
Un sombrero es una prenda de vestir que se utiliza específicamente para cubrir la cabeza, ya sea del sol, el frío o incluso marcar el estatus social del portador. El término sombrero se ha modificado, convirtiéndolo en un término específico para designar al accesorio que tiene un ala alrededor de la copa. El sombrero surge como una necesidad de protección principalmente entre la comunidad productora. Los primeros sombreros eran fabricados principalmente de fieltro y de lana. 

III. ORIGEN
El origen del sombrero es muy antiguo, su uso y forma se han ido transformando a lo largo del tiempo. Uno de los primeros registros que se tiene de este accesorio es en las pinturas de las tumbas tebanas del siglo XVI a.C., en el que los egipcios aparecen con distintivos ornamentos en sus cabezas. Se cree que el gorro frigio ―muy similar al que usan los dibujos animados Los Pitufos―, un sombrero utilizado en la Antigua Grecia (siglo XII a.C.) y que más adelante se utilizó como símbolo de libertad, fue uno de los primeros sombreros propiamente dichos, pero sin alas. El primer registro del sombrero con alas data en realidad del siglo V a.C. en Grecia, el cual fue usado por viajeros y cazadores para protegerse del sol y de la lluvia.

IV. EL SOMBRERO EN LA CONDUCTA HUMANA
Desde el punto de vista psicológico: …La mente es sin duda uno de los instrumentos más poderosos de que dispone la humanidad para realizar todas las tareas necesarias para su existencia. Desgraciadamente, la mayor parte de ese potencial no es aprovechado… (Edward de Bono). El cambio de conducta en un individuo exige conocer sus propias cualidades y defectos. Estos últimos son los causales en la conducta negativa, y aunque todo el mundo intenta minimizarlos al máximo y potenciar todo lo bueno.

V. SOMBRERO NEGRO
Edward de Bono: “…el sombrero de la oscuridad, la prevención y la cautela es, quizás, el que más utilizamos en la vida cotidiana, el más arraigado en la tradición occidental y el más importante en el pensamiento, porque nos ayuda a ser precavidos, nos aleja de los peligros y nos permite, en última instancia, sobrevivir. Si algo no encaja en nosotros, porque no se ajusta a nuestros recursos, a nuestros valores, a nuestra política o a nuestras características personales, el sombrero negro es el espacio para señalarlo. 
“Este es el sombrero de la precaución: el que nos aleja de lo ilegal, de lo inútil, de lo peligroso, de lo contaminante y de todas acciones cuyos efectos puedan causarnos un perjuicio. Es el sombrero de la cautela: aquel que nos ayuda a ser precavidos, a evitar peligros y dificultades. Es el sombrero de la prevención: nos protege de malgastar inútilmente el dinero, el tiempo y la energía”. 

VI. INTRODUCCIÓN DEL SOMBRERO EN EL PERÚ.
Según AGUSTIN ECHALAR ASCARRUNZ en la Revista virtual Pagina Siete del 13-11-2016. Sobre el Sombrero escribe lo siguiente: “Posiblemente, la primera vez que alguien llevó un sombrero sobre la cabeza en estas tierras fue durante la llegada de Almagro y sus hombres, en el año de 1533. Mucho de los conquistadores han debido portar cascos, pero otros también un sombrero. Este accesorio debió maravillar a los naturales que, como muchas otras cosas que llegaron con los españoles, a ellos no se les había ocurrido todavía.  Aquí la gente se protegía del sol cubriéndose la cabeza con gorros o “awayos”, algunos bellamente tejidos y que doblados colocaban sobre su cabeza. Los sombreros fueron una revolución, eso sí producto de la conquista, como la escritura y unas cuantas cosas más…Los sombreros empezaron a elaborarse en la época colonial, pero muchos fueron también importados. Han debido ser bastante caros, pero tenían una utilidad innegable, eso lo sabía cualquier campesino que, es posible, dejará de herencia su sombrero a su siguiente generación. A principios de siglo, la Princesa de la Glorieta, una millonaria y un tanto estrafalaria, pero de buen corazón, se le ocurrió financiar una fábrica de sombreros para abaratar el costo de éstos para los campesinos bolivianos”. 
La investigadora Luisa Castañeda en su libro Vestido Tradicional del Perú (MNCP, Lima 1981) refiere que "Los varones y las mujeres de cada pueblo y provincia tenían para diferenciarse señales y diversas especialidades en la indumentaria, fundamentalmente en el tocado, llevando además unos el cabello suelto y otros trenzados, mayormente en numerosas trencitas. Es así como los Cañaris de Tumibamba usaban una corona de madera a manera de cedazo. Los de Cajamarca sujetaban el cabello con una honda y los de Huamachuco con cordones rojos dando muchas vueltas a la cabeza. Otros levaban puestos unos rodetes llamados pillu, hondas blancas, toquillas de colores, fajas y cuerdas liadas a la cabeza…".

VII. EL SOMBRERO NEGRO EN QUILAHUANI.

Sombrero negro al estilo quilahuaneño.
El distrito de Quilahuani, así como toda la provincia de Candarave pertenece al territorio aimara. Después de la conquista los españoles fueron diseminándose por todo el territorio incaico, apropiándose de tierras para adaptar cultivos y ganadería europea, en nombre de los reyes católicos. Los españoles nunca se adaptaron a las condiciones climáticas de la parte altoandina, pero, si en los valles interandinos como es el caso del distrito de Quilahuani y gran parte de la provincia de Candarave, desde entonces existió una fuerte influencia de la cultura europea, culturalmente, una lucha constante por el dominio de los conquistadores y por la resistencia de los locales a ser dominados. Dentro de ello, la imposición del sombrero como parte de la religión a los originarios.
Existen evidencias de que, los antiguos aimaras rendían culto, con sendos pagos, a la tierra, muy poco al sol como los quechuas, y al agua. La actividad agropecuaria de los aimaras estuvo planificada principalmente en función a la rotación de la luna. y como cultivo patrón a la papa, cuando este último entraba a la fase de tuberización los aimaras demostraban satisfacción con la original danza denominada La Anata: Juego y alegría, lunes de luna, la lluvia de febrero, cuya vestimenta típica como prenda de cabeza era el chullo y sus derivados, no era el sombrero. Posteriormente, al imponerse el catolicismo en la colonia, lo adaptaron esta danza a los carnavales, fiesta relacionada con el cristianismo. Últimamente la Anata, tanto el varón como la dama, lo bailan con sombrero negro.

Quilahuaneños bailando "la pandilla"
durante de la revolución de Velasco.
En el distrito de Quilahuani y sus Centros poblados de: Pallata, Aricota, Marjani y Buena Vista, desde la época Republicana hasta antes de la Revolución de Juan Velasco Alvarado, socialmente, el sombrero jugó un papel importante en la jerarquización de sus habitantes; los de la alta estirpe, clase patronal, usaban sombreros finos de diferentes colores blanco, gris, plomo o café, muy poco el negro; y la clase obrera y los pequeños parceleros se inclinaban por el uso del sombrero oscuro, mayormente el negro. En los carnavales resaltaba lo anteriormente descrito, la clase obrera bailaba el primer domingo de Carnaval “carnaval viejo”, y los pudientes desde el Miércoles de Cenizas hasta el Domingo de Tentaciones, estos últimos danzaban algunos con saco de terno y


sombrero fino de colores claros y variados. Después de la Reforma Agraria de Velazco Alvarado, con el lema “La tierra es de quien la trabaja” desapareció el latifundio, los patrones o los de la alta estirpe emigraron a las ciudades o a la costa; desde entonces, poco a poco, se unificaron en el uso del sombrero, se impuso el de color oscuro, mayormente, el sombrero negro.
En la vestimenta de la “Tarkada o Pandillada”, danza de los carnavales y Pascuas, es de uso obligatorio el sombrero negro, antiguamente, lo utilizaban tanto el varón como la dama, últimamente, por diversas razones, los varones lo están dejando de lado, más no así las damas que continúa siendo obligatorio el uso del sombrero negro.
En todas las actividades de su cotidiano vivir, los pobladores del distrito de Quilahuani, incluidos sus anexos, utilizan como prenda de cabeza el sombrero oscuro, mayormente el negro, lo usan los agricultores, los ganaderos, las amas de casa, los jóvenes, las autoridades en diferentes actos cívicos, patrióticos y religiosos. La calidad del sombrero está supeditado a las condiciones económicas de cada usuario.

VIII. SIGNIFICADO Y SIMBOLISMO
En todas las culturas desde el principio el hombre necesitó utilizar vestimentas que cubrieran su cuerpo, el clima y el tiempo condicionaron a las primeras civilizaciones a buscar telas o materiales funcionales a sus necesidades. El vestuario es el conjunto de prendas de cabeza, trajes, complementos, calzados, accesorios, utilizados en una representación escénica para definir y caracterizar al personaje. Se incluye al distrito de Quilahuani y sus anexos.
El simbolismo y su significado se puede apreciar en el uso de los vestuarios por parte de los bailarines que visten, por ejemplo, pieles de animales (pumas, osos) o plumajes de cóndor; en estas se cubren de paños que llevan pintados signos que se relacionan con el culto de los muertos. (Valencia, 2006)

SIGNIFICADO:
El significado, según Pierre (1955), se produce por el empleo de códigos y signos que uno selecciona en el proceso de significación, equivalente a un conjunto de operaciones mentales: percepción, comprensión, generalización, clasificación. Sin embargo, también trata del contenido semántico de cualquier tipo de signo, condicionado por el sistema y por el contexto. según Guamán Poma, cada elemento de un vestido, traje o disfraz, brinda información valiosa que permite distinguir a su portador tanto en lo que concierne a la pertenencia a un lugar (Costeña, Andina, Amazónica, Zona Chala, Yunga, Quechua, Puna) como a la actividad que realiza, además de su cultura regional y la subcultura específica o particular a la que pertenece. Señala también roles y rangos de la jerarquía social y política. En el detalle de adornos, bordados, dibujos, combinación de colores, encontraremos el mundo simbólico, la forma de entender al universo y su funcionamiento, conocimientos y sabiduría que se vuelven inherentes a las prendas de vestir, pero que no se pueden entender a simple vista, hay que comprender otros elementos del pensamiento y de los sentimientos, es decir de toda la cultura, para comprender sus significados.
El sombrero al estilo quilahuaneño tiene la copa medianamente alta, delicadamente, hendida hacia abajo y boleada de retorno conocido también como corona, presenta una copa ligeramente aristada hacia adelante seguida de dos hundimientos laterales en la parte superior; los alares son de tamaño mediano, extendidos horizontalmente con disimulada elevación en el borde lateral y posterior. No presenta revete. Algunos sombreros, según la fábrica, presentan forro interior en donde resaltan la marca y la talla.
El sombrero utilizado por los quilahuaneños, se incluye a los de la provincia de Candarave, es traído, mayormente por encargo, los de mayor calidad desde las fábricas de Argentina, vía Bolivia; otros desde el mismo Bolivia, últimamente, como imitación desde Juliaca. Es confeccionado y/o elaborado en esas fábricas, el tipo de materia prima utilizada en su fabricación es de acuerdo a la calidad del sombrero solicitado, pudiendo ser a base de fieltro o lana fina. Es fabricado en una horma especial mezclada con productos que le dan consistencia, la forma original de hongo que significa sombrero de copa mediana, rígida y aproximadamente semiesférica que luego se le formatea al estilo de cada pueblo.
Antiguamente en Quilahuani existía un sombrerero, "hormador",  que daba la forma a los sombreros al estilo quilahuaneño, el que también reparaba o hacía el mantenimiento habitual, este personaje tenía excesivo trabajo días antes de las fiestas religiosas, patrióticas y, sobre todo las fiestas carnestolendas y de pascuas. En la actualidad se tiene que recurrir al sombrerero de la capital de la provincia, lo que significa que el uso del sombrero está decreciendo en toda la provincia de Candarave.
Los quilahuaneños eligieron el sombrero color oscuro, mayormente el negro, porque la ubicación geográfica de su campiña, parte interandina, y su clima hacen que tanto en las mañanas como por las tardes el frío se acrecienta, un sombrero oscuro retiene el calor y lo transmite a su cuerpo en horas punta del frío, muy en especial, cuando están trabajando el campo. más no así un sombrero de color blanco o claro que refleja la luz solar y son más frígidos. Este último lo utilizaba la clase patronal porque ellos no trabajaban directamente en el campo. 
Según versiones de los abuelos quilahuaneños, el uso del sombrero por los jóvenes, los adultos o los ancianos, de ambos sexos, era de obligación moral, un pueblerino no salía, fácilmente, a la calle sin su sombrero, sentían incomodidad y vergüenza. Si alguno de los anteriormente nombrados se le veía, en la calle, sin su prenda de cabeza era victima de las criticas, habrá perdido el sombrero en acciones sospechosas o estaba borracho, lo ultimo en caso de los varones. En extremo de los casos habría enloquecido. Un varón puesto su sombrero en mala posición, de lejos se daba de notar que estaba ebrio. Era difícil ver a una dama sin sombrero, ella se caracterizaba por su sombrero y sus trenzas que sobradamente colgaban hasta la cintura, de esa manera resaltaba la belleza de la mujer quilahuaneña.

SIMBOLISMO:
El Simbolismo fue definido como un movimiento oscuro y enigmático debido al uso audaz de metáforas que buscaban evocar las afinidades ocultas por medio de la sinestesia, asimismo fue un movimiento literario y pictórico iniciado en Francia y Bélgica en las décadas de 1880 y 1890 hasta principios del siglo XX como reacción contra el naturalismo y el parnasianismo. (Zadir, 1990 & Charles, 1857)

Por lo general el sombrero negro formateado al estilo quilahuaneño simboliza: protección, distinción y elegancia. A diferencia de otros pueblos de la provincia, el sombrero negro al estilo quilahuaneño es usado sin ningún complemento o adición, como es el caso de otros pueblos aledaños que utilizan sobre el sombrero flores u otros adornos.

 IX. UTILIZACIÓN DEL SOMBRERO EN ACTIVIDADES VARIAS:

1.    Por el uso
Poblador común


Los Alferados



Damas en los Carnavales


En las Entradas de Leña





En la Agricultura
Los parroquianos
En reuniones sociales

2.    Por el tipo de danza

Vestimenta de etno-danza: que aun tratan de mantener un vestuario acorde a su vivencia comunitaria y festiva dentro del calendario inter-andino. Resalta La Anata.
La Anata
Vestimenta de danza folklórica: La danza principal en todo el distrito de Quilahuani es la Tarkada o La Pandillada, relacionada con los carnavales y pascuas, cuyos integrantes hacen gala de elegancia y belleza en los movimientos y vestuarios, ya sean movimientos individuales y colectivos. Las figuras que tejen a lo largo de la danza son extraordinariamente alegres y dinámicas. El sombrero negro y el pañuelo son de uso obligatorio en esta danza.


Músicos
La mistura y las damas
                                                         

 Otras fiestas costumbristas en Quilahuani y sus Anexos:

La Kacharpaya
La Kacharpaya; Lo bailan en el último día de la fiesta patronal del pueblo, antiguamente, recaía el 10 de setiembre. Lo bailan todo el personal de servicio que atendieron a los devotos, visitantes e invitados durante el proceso de fiesta, Este personal no tenía que beber licor, ni para remedio, durante la fiesta; después de haber realizado las rendiciones de cuentas y entregado las llaves de la cocina, eran atendidos por los Alferados con abundante licor y comida, como agradecimiento al trabajo realizado, porque, fueron más las felicitaciones por una buena fiesta y que superan a las críticas. Cuando borrachos ya, este personal, encabezados por los alferados salen bailando por las calles del pueblo, al compás de la zampoñada, bailan cargados de vasijas, utensilios de cocina, jarras de chicha, cabezas de corderos, patas de una res, entre otros, todo lo que quedó en la cocina después de la fiesta. Bailan y se emborrachan hasta perder el sombrero o cargar de cabeza a la "guagua".
El Casamiento: En el siglo pasado las parejas quilahuaneñas, para llegar al matrimonio, tenían que pasar por el enamoramiento; el varón iniciaba el cortejo utilizando un espejo de cristal y aprovechando el brillo solar alumbraba a la joven elegida, la dama al recibir el mensaje tenía dos opciones, uno: la dama ignoraba el alumbramiento del espejo, es más, se ponía el sombrero de tal manera que sus alas cubren a sus ojos y el brillo no llegue a ellos, la joven continuaba con sus actividades, lamentablemente varón rechazado. dos: Si la dama contesta de la misma forma con otro espejo al varón, señal que era aceptado y el enamoramiento era un hecho. posteriormente venía la pedida de mano, el intercambio de prendas entre ellos el sombreros, luego llegaban al matrimonio que culminaba con una gran fiesta en donde participaba todo el pueblo, todos bien vestidos con sombrero nuevo, la calidad de la prenda de cabeza resaltaba la condición económica de los novios. Los regalos eran de otra nota.
Achokallo: Era la celebración del techado de la primera casa de un matrimonio joven, la fiesta era similar al casamiento, el sombrero jugaba un rol importante en la bendición de la nueva casa.
El Huayñusi o el Matagusano: La siembra de la papa de una familia culmina con una fiesta, en la cual se bailaba con fuertes zapateos, cogiendo el sombrero con una mano para evitar que se caiga; a más zapateos, bien muerto el gusano. El cultivo del tubérculo será un éxito.

3.    Por el sexo

Dama
Varón

X. FORMAS DE SALUDAR CON EL SOMBRERO.

1. Gesto o ademán de retirar el sombrero sin llegar a quitárselo del todo. Acto que demuestra profundo respeto a una persona mayor, un personaje importante, una autoridad, a una dama de parte de un varón y al paso de un cortejo fúnebre.

Saludo de respeto
Quitarse el sombrero totalmente de la cabeza para dejarlo en la mano. Se utiliza para mostrar respeto en lugares cerrados, en el izamiento del Pabellón Nacional, al entonar el Himno Nacional, cuando danzan es habitual saludar al público deteniendo la música y quitándose el sombrero.
En los espectáculos

Si se trata de espacios cerrados, el quilahuaneño tiene por hábito quitarse el sombrero en este tipo espacios, sobre todo en los templos religiosos, oficinas públicas, restaurantes y hogares particulares. Hay excepciones como es el caso en ambientes de espectáculos.





XI. CONCLUSIONES.

Quilahuani y sus anexos,  como también la provincia de Candarave, es harto sabido que pertenecen a la cultura aimara, con influencia directa de la subcultura altiplánica de Puno y Bolivia, sin embargo, en su folklore supo adaptarlos, mejorarlos de acuerdo a su medio geográfico y sus costumbres, resalta la riqueza de su folklore, por tanto, dentro de la danza se percibe las vestimentas, la que se diferencia en los trajes de acuerdo a su propia realidad. Uno es el ropaje de trabajo de la vida cotidiana, otro es la vestimenta de fiesta, y muy preferido es el vestuario para su danza y bailes en las fiestas costumbristas, Las que están relacionadas con la religión la agricultura y su modo de vida. En todos los casos, el uso del sombrero, generalmente el negro, es de uso obligatorio, muy especial en las damas desde la niñez o adolescencia.

El diseño de su vestuario agrupa todas las actividades del hombre y la mujer quilahuaneña a partir de objetos, procesos, servicios y medios; se expresa la forma de ser, de vivir, sentir, ver e interpretar el mundo. Por lo tanto, el objeto del conocimiento en el diseño de vestuario es el poblador quilahuaneño en su característica antropológica, física, espiritual y social, sus manifestaciones culturales, económicas y políticas; estudia la persona en su acción de vestir. La aceptación y adaptación de su vestimenta a la influencia cultural del viejo mundo es parcial y disimulada. Cada prenda de vestir, como es el caso del sombrero de color oscuro, principalmente, el sombrero negro no está elegido al azar.

El extraordinario conocimiento del quilahuaneño (hombre de campo) de cultivos de plantas, de crianza de ganado, dominio del tiempo y la cosmovisión inter-andina, es simbolizado con gran destreza y abstracción en las formas que se modelan en el vestuario. Los diseños inspirados en sus actividades cotidianas como es la agricultura y la ganadería se expresan en el sombrero negro, ornado y formateado al estilo quilahuaneño.
Pobladores quilahuaneños en los años 60 y el uso obligatorio del sombreo